viernes, 14 de septiembre de 2007

Larry Flynt a la carga.


El fundador de Hustler arremete contra los hipócritas. Según pudimos leer el pasado domingo en un artículo aparecido en Le Monde [The New York Times Syndicate]:
El más famoso empresario de la pornografía sigue siendo un demócrata militante, que quiere convencer a Al Gore de que sea candidato porque encuentra a Hillary “demasiado conservadora”. Pero su batalla contra la doble moral, anuncia, no respeta partidos ni religiones.

Fue un anuncio insólito el que se publicó el 2 de junio a plana completa en The Washington Post, el periódico más prestigioso de la capital estadounidense. “¿Ha tenido alguna relación sexual con un miembro actual del Congreso de Estados Unidos o del Gobierno? ¿Puede proporcionar pruebas materiales de relaciones ilícitas o íntimas con un miembro del Congreso, un senador o cualquier otra persona que ocupe un puesto oficial importante? Larry Flynt y Hustler Magazine le pagarán hasta un millón de dólares al contado si deciden publicar su historia y utilizar sus pruebas. Todas las llamadas telefónicas y la correspondencia se mantendrán en estricta confidencia”.

Los lectores comprendieron que no se trataba de una broma: si se le da lo que busca, Larry Flynt pagará lo que promete. En Estados Unidos, todo el mundo conoce su nombre: Larry Flynt es el riquísimo dueño de la revista erótica Hustler y de otras publicaciones francamente pornográficas. Produce películas porno, posee una inmensa tienda de artículos sexuales en Hollywood y un casino en los suburbios de Los Ángeles. Es también un militante activo e influyente allegado del Partido Demócrata, un ateo convencido, enemigo encarnizado de la derecha cristiana conservadora y defensor incansable de la libertad de expresión en todas sus formas.

Después de una infancia pobre en las montañas de Kentucky y una juventud bastante ruda en la marina, Larry Flynt se metió en la industria de la pornografía a los 30 años. Desde entonces, su vida ha seguido el ritmo de los procesos judiciales que le han entablado las ligas de la virtud y los procuradores celosos, los arrestos, las prohibiciones y toda la panoplia del acoso policial. En 1978, en ese ambiente de cacería de brujas, fue víctima de un intento de asesinato. Irritado por la publicación en Hustler de fotos eróticas interpretadas por un hombre negro y una mujer blanca, un fanático racista le disparó una bala en la espalda.

Desde entonces, Larry Flynt tiene paralizadas las piernas. Clavado en su silla de ruedas, él redobló su actividad, tanto en los negocios como en la política. Su mayor motivo de orgullo es haber ganado un sonoro proceso contra el senador Jesse Helms, líder carismático de la derecha cristiana ultraconservadora. Helms presentó una demanda contra Hustler por la publicación de una caricatura que sugería que el senador había perdido la virginidad con su propia madre en unos baños públicos. Después de haber perdido en primera instancia, y luego dos veces en la apelación, Larry Flynt finalmente ganó el juicio en 1988: a nombre de la libertad de expresión, la Corte Suprema desestimó la demanda de Helms y emitió, por unanimidad, una decisión histórica que ha sentado jurisprudencia.

Fue un triunfo inesperado, pues a lo largo del proceso Flynt multiplicó las provocaciones y los insultos contra los jueces de la Suprema Corte. Incluso fue puesto en prisión por haberse presentado ante un tribunal con un pañal hecho de una bandera estadounidense. La verdadera consagración vendría en 1996: Larry se convirtió en leyenda viviente gracias a la película de Milos Forman The people vs. Larry Flynt, que relata fielmente su vida, con Woody Harrelson en el papel de Larry joven y Courtney Love en el de su esposa Althea, fallecida en 1987.

Un acto militante.
A los 64 años de edad, Larry Flynt sigue siendo el jefe indiscutible de su grupo multimedia. Pero después de 30 años en silla de ruedas, su salud empieza a declinar. Sus gestos son lentos e inciertos, su voz es casi inaudible, apenas un ronco susurro. A pesar de todo, él va todos los días a la sede de Hustler, en un moderno edificio en el centro de Beverly Hills, el barrio más chic de Los Ángeles. Ahí trabaja en silencio, encerrado en el fondo de una inmensa oficina, con una decoración neoclásica multicolor muy recargada. En los muros no hay ninguna foto licenciosa, sólo imágenes oficiales que lo muestran en compañía de Bill Clinton, Jimmy Carter, Jesse Jackson y otras personalidades del Partido Demócrata.
De entrada, él explica su anuncio en The Washington Post como un acto puramente militante, una ofensiva contra los políticos conservadores que quieren prohibir la anticoncepción y el aborto, que predican la abstinencia, la castidad y la fidelidad, pero que en secreto llevan una vida disoluta, con todo tipo de aventuras sexuales más o menos legales.

“Ya en 1999 yo investigué a quienes querían destituir a Bill Clinton a causa de su relación con Monica Lewinsky, cuando ellos mismos hacían cosas peores. Fue un poco gracias a mí que Clinton pudo quedarse en la Casa Blanca. Al revelar la vida oculta de sus acusadores, yo desvié la atención del público, lo que relativizó todo el asunto”, señala.
Entre otros, Bob Livingston, diputado republicano de Louisiana, tuvo que renunciar a raíz de las revelaciones de Hustler sobre sus amores adúlteros, cuando era señalado para ser presidente de la Cámara de Representantes.

Flynt contra todos.
En 2007, Larry Flynt decidió cubrir más terreno. “Tengo en la mira a los republicanos, pero en materia de sexo también hay hipócritas entre los demócratas, y yo no titubearía en desenmascararlos. También le apunto a la gente del clero, de todas las religiones. A ésa yo no pierdo nunca la oportunidad de combatirla”.
En dos meses ha recibido más de 250 testimonios de hombres y mujeres que pretenden haber mantenido relaciones sexuales secretas con políticos importantes. “La mayoría de las historias son puro cuento, o no hay pruebas. Pero tenemos cinco o seis casos al parecer sólidos, que implican a altas personalidades. Es un poco pronto para hablar de ellos, pero mi equipo realiza las investigaciones”.

Para ello, Larry emplea a seis reporteros de tiempo completo, situados en varias ciudades grandes del país. “Hay que recoger testimonios independientes, conseguir facturas de hoteles y restaurantes, informes de llamadas telefónicas y pagos con tarjeta de crédito, boletos de avión, cartas, correos electrónicos, etcétera. En ocasiones no hubo relaciones sexuales, sino que son casos de acoso sexual, lo cual también es grave. Hay que verificar todo, corroborar todo, debemos ser absolutamente irreprochables, mucho más exigentes con nosotros mismos que la prensa clásica. Con el más pequeño error, nos crucificarían, nos llevarían ante la justicia, nos aplastarían”.

La nueva ofensiva marcha bastante bien. En julio, un periodista independiente que trabajaba para Hustler descubrió que el senador republicano David Vitter había hecho varias llamadas telefónicas a una proxeneta de lujo en Washington. El senador Vitter apoya a Rudolph Giuliani, el ex alcalde de Nueva York que aspira a ser el candidato republicano a la presidencial de 2008. Nadie recibió el millón de dólares prometido, pues la información no fue de primera mano, pero Vitter tuvo que reconocer los hechos y presentar disculpas públicamente. Desde entonces, él trata de continuar con su carrera como si nada, pero Giuliani dijo estar “decepcionado” y Hustler sigue investigando la vida privada del senador. Recientemente, la encargada de un burdel de Nueva Orleans declaró a la prensa que Vitter era parte de su clientela, pero sin aportar pruebas.

Más allá del sexo.
El sexo no es el único combate de Larry Flynt. Hustler, con un tiraje mensual de 750 mil ejemplares, es una revista atípica. Entre fotos de mujeres desnudas y chistes vulgares se encuentran artículos de buena factura sobre la campaña presidencial, la reforma del seguro médico y la guerra en Irak. “No somos The New York Times, pero llegamos a un público que por lo general no tiene ocasión de ver informes sobre la realidad de la guerra en Irak”, explica Flynt, sonriendo.

A pesar de su débil salud, este hombre participa en el movimiento contra la guerra. “Soy una fuerza en la escena política, los opositores a la guerra están contentos de tenerme a su lado, aun cuando a algunos no les guste la forma en que me gano la vida. Por lo demás, soy popular entre los negros. Ellos saben por qué me dispararon y se sienten solidarios. De hecho, la gente del pueblo me quiere”.

Incluso el hombre que trató de asesinarlo, ahora lamenta haberlo hecho, asegura Flynt. “Jamás fue juzgado por lo que me hizo, sino que fue condenado a muerte por otros crímenes. En prisión, donde espera la ejecución, él ha dicho que se ha informado acerca de mí y descubrió que soy buena gente”.

Flynt lanzó una campaña para convencer al ex vicepresidente Al Gore que se presente a la elección presidencial de 2008. “Él no tiene ganas de hacerlo, pero poco importa. Él tiene la obligación moral de sacrificarse por su país: es el mejor candidato potencial de los demócratas. Le vi recientemente en una recepción en Los Ángeles, él escuchó mis argumentos y me respondió que ahora está fuera de la política clásica y quería dedicarse al calentamiento climático. Pero no pierdo el optimismo”, cuenta.

Si Gore no se presenta, Hustler apoyará a Hillary Clinton, aunque sin mucho entusiasmo. “Ella tiene bastante fuerza para derrotar a los republicanos, pero es demasiado conservadora para mi gusto, mucho más que su esposo”. Larry Flynt podría hablar de política toda la tarde, pero su tiempo es valioso y un espeso expediente financiero lo espera en su oficina. Acaba de lanzarse en una nueva aventura: la apertura de un casino en Las Vegas.

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