martes, 22 de mayo de 2007

Clasificado X

Según pudimos leer ayer en un artículo de La Vanguardia:

Si el negocio del sexo ha encontrado un tremendo oasis en la Red, el universo de los contactos online juega un papel clave para la industria. Los anuncios de contactos en Internet han significado un incomparable motor a la hora de transformar las relaciones personales en profesionales. Por su parte, la Web 2.0 teje infinidad de redes sociales que sustituyen a los anuncios por palabras de los periódicos para buscar contactos. Cada vez que sale alguna noticia sobre prostitución la palabra “redes” suele aparecer también por algún lado, lo que las convierte automáticamente en dos palabras destinadas a convivir juntas, como esos matrimonios mal avenidos que por circunstancias de la vida están condenados a entenderse.

Después de todo, quizá tenga cierta razón de ser ya que es innegable que la industria del sexo ha encontrado su paraíso en Internet; aunque, obviamente -y a diferencia de las redes relacionadas con el sexo, que suelen ser ilegales- no todo lo que ocurre en la Red relacionado con el sexo lo es. Sea como fuere, la realidad es que a la hora de establecer contactos Internet ha cambiado las reglas del juego. O al menos algunas.

El ejemplo es obvio si nos referimos a las clásicas secciones de contactos o clasificados X de los medios en papel. Si bien tradicionalmente los anuncios clasificados han supuesto una suculenta entrada de capital para los medios; lamentablemente, el negocio de los clasificados ya no va viento en popa para los editores de revistas y periódicos, que en los últimos años ven descender su negocio entre un 10% y un 15% por año. Como contrapunto, las páginas personales, de contactos, etc., no dejan de crecer en Internet. ¿Ha pasado el sexo de ser tradicionalmente asociado a la oscuridad a un negocio millonario? En cierto modo sí. Ahora, por ejemplo, sabemos que en 2005 unos 30 millones de personas navegaban diariamente en busca de imágenes de sexo explícito, por alguna de las 260 millones de páginas web que por aquél entonces ofrecían pornografía.

Así las cosas, la industria del porno en ese año movió anualmente más de 60.000 millones de dólares en el mundo. ¿Asistimos, tal y como hace años vaticinaba Negroponte, al fin de los intermediarios o los consumidores de sexo no tienen miedo de la luz y han decidido salir del armario? Es una cuestión controvertida: depende de para qué la intermediación puede o no ser buena y/o necesaria. Lo que no plantea duda es que una de las ventajas de Internet es que el usuario puede acceder directamente a los bienes y servicios que desea, como es el caso de la compra de billetes de avión (por poner un ejemplo que a todos resultará familiar).

Pues como no podía ser menos, el tema que nos ocupa no es en absoluto ajeno a esta desintermediación. Así, el usuario puede tratar directamente con la persona que oferta sus servicios, a través de páginas personales o anuncios directos: gratis y efectivo. A través de la Red se brinda discreción y oferta a la carta. Y gracias a la atención personalizada que permiten las Nuevas Tecnologías, “la industria pornográfica vende sexo a millones de personas a través de la televisión, Internet o el móvil, y han convertido a uno de los negocios más viejos y desdeñados del mundo, en uno de los más sólidos y rentables”. La demanda de consumidores de sexo a domicilio es creciente, pero una cuestión decisiva a la hora de buscar sexo en la Red, de la que los usuarios suelen tener una percepción equivocada es sobre el anonimato: salvo los expertos, cada internauta suele dejar un preciso rastro de los sitios por donde navega. Y aunque la Red se usa con gran eficacia para contactar, los caminos de la Red son infinitos.

Y las funcionalidades que los usuarios extraen de ella cada día más aún. Así, mientras por un lado vemos despegar toda una incipiente industria de servicios de sexo para la telefonía móvil, con la misma facilidad, diversos colectivos vecinales anuncian que usarán sus webcams a fin de videovigilar la prostitución en la calle, por ejemplo. No es la primera vez que suben imágenes a YouTube para protestar, lo que nos ubica ante nuevas formas de expresión y usos sociales de la Red. O también ante inventos de última moda, como los cibercuernos. Según un informe del Observatorio de Internet, presentado el pasado mes de abril en Barcelona, “dos millones y medio de españoles cometen ciberadulterio, es decir, flirtean a través de chats, y uno de cada 20 acaba consumando la infidelidad presencialmente, lo que supone hablar de unas 250.000 personas.

Por último el informe concluye que la prostitución también ha comenzado a operar por Internet, ya que, según han podido detectar, algunos profesionales del sexo se introducen en los chats para contactar con internautas incautos”. O sea que, ya saben: tanto en la Red como en el mundo real, una adecuada percepción de esta nueva realidad parece indispensable.

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